Te damos gracias, Padre / Madre, por nuestros hijos, y por todos los hijos del mundo,
que nos obligan a celebrar lo sorprendente,
y nos hacen reír aunque no nos apetezca.
Más aún, a ratos nos hacen ser niños confiados
y olvidar nuestras preocupaciones de adultos.
Te damos gracias, Padre / Madre, por los que han nacido y los que nacerán, porque son
la mejor esperanza para nuestro mundo,
la realización de sueños trascendentes,
la garantía de futuro para la humanidad
y, sobre todo,
la muestra de que no has perdido la esperanza en los hombres.
Por eso, al celebrar el nacimiento de Jesús, te suplicamos Padre / Madre, ayúdanos:
a aprender de los niños,
a celebrar como ellos lo sorprendente,
a confiar sin medida, sin suspicacias,
a guardar siempre la inocencia,
contra el viento y la marea del realismo y la indiferencia.
Lo pedimos en nombre de Jesús, que declaró: «de los niños es el Reino de Dios»,
Amén.
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